En primera instancia por lo tanto, la P.B.A. puede ser utilizada por cualquier, niño o adulto, para gestionar, de manera instantánea, todas las emociones de la vida cotidiana.
(De hecho, la Federación francesa de P.B.A. está desarrollando prácticas dirigidas a adolescentes en periodo de exámenes o a padres jóvenes que deseen lidiar mejor con las emociones de sus bebés y con sus propios miedos).
Existen circuitos de P.B.A. capaces de eliminar los estados depresivos, de pánico, de híper-emotividad, de negatividad, u obsesivos. Existen otros circuitos que tienen la facultad de recargar positivamente todos los centros energéticos, incluso de borrar las cicatrices impresas en nuestro sistema energético dejadas por los acontecimientos dramáticos que hemos vivido. Sólo hace falta utilizar estos circuitos, siguiendo un protocolo determinado, y en unos instantes seremos capaces de enfrentar la situación generadora de desestabilización.
Cualquiera de nosotros puede utilizar estos protocolos.
La única manera de estar en armonía consigo mismo es asegurándose siempre de tener un sistema energético adecuado, lo cual se puede lograr personalmente, a través de la Psico-Bio-Acupresión.
En cierto modo, se trata de una nueva higiene de vida.
Sin embargo, y como ya dijimos, existe otra aplicación de la P.B.A., fundamental ella también, aunque dirigida más específicamente a los profesionales practicantes formados especialmente para su utilización:
La P.B.A. permite eliminar los bloqueos emocionales (energéticos) relacionados con las experiencias desagradables pasadas.
Es muy importante entender que todas las experiencias de vida negativas, sobre todo aquellas transcurridas durante la primera infancia, generan condicionamientos de los cuales no podemos librarnos a posteriori.
Por ejemplo, un niño al que su maestro tachó de «inútil» durante todo el primer grado, llegados sus veinticinco años tendrá inclinación a rechazar puestos de trabajo gratificantes por sentirse incapaz de asumir el desafío, aunque haya acumulado una plétora de diplomas. En realidad, la falta de confianza en sí mismo no denota un rasgo de carácter de la persona, sino el bloqueo emocional (energético) que se arraigó durante aquel año escolar y que ha sustituido o reemplazado una parte importante de su personalidad.
Mientras no sea eliminada, esta falta de confianza en sí mismo acabará por sabotear toda su existencia.
O asimismo cuando una persona va de fracaso en fracaso en su vida afectiva, sin saber que sistemáticamente incurre en malas elecciones, por miedo a que la abandonen. Una vez más, el bloqueo emocional (energético) se habrá formado en la niñez, a raíz de un acontecimiento a veces insignificante, porque al no tener lo suficientemente desarrollada la corteza prefrontal, los niños se manejan únicamente con su cerebro emocional (amígdala e hipocampo en particular), por lo que no relativizan nada, resultándoles muy fácil crear bloqueos. El miedo al abandono puede estar vinculado a haber pasado tiempo en una incubadora, a un viaje de fin de semana de los padres, o tener incluso una causa todavía más insignificante, pero arruinará su vida afectiva, una vez instalado ya que por miedo a ser abandonado, el sujeto estará predispuesto a predominantemente tomar malas decisiones sin darse cuenta.
Análogamente, la imposibilidad de tener hijos muchas veces tiene que ver con prohibiciones o miedos, por ende, con bloqueos emocionales totalmente inconscientes.
Asimismo, un gran número de problemas sexuales pueden atribuirse a bloqueos…
Estos bloqueos emocionales (energéticos) actúan como los cambios de agujas en las vías férreas, son imparables al igual que implacables: en tanto no los hayamos retirado, es imposible que el tren se mueva en el sentido correcto.
En cambio, si los quitamos, inmediatamente y sin que tengamos que añadir ni un vatio más a la potencia de la locomotora, el tren llegará a su destino.
Pues bien, la P.B.A. permite actuar de manera similar sobre los bloqueos emocionales (energéticos).
El arte del practicante consistirá, tal como hemos dicho, en ejercitar su percepción intuitiva para detectar los bloqueos emocionales (energéticos), y sobre todo en aprender a verbalizarlos con el paciente, al tiempo que se le está aplicando el circuito de acu-presión adecuado.
De esta manera, se obtendrán resultados espectaculares en pocas semanas, logrando que la persona recupere la confianza en sí misma, o consiga superar el miedo a ser abandonada, o sus dificultades sexuales, todo esto de forma sostenible y sin dolor, y sin ser “machacado” (como suele pasar a menudo con otro tipo de terapias).
De hecho, el único problema, podría decirse, que obstaculiza, paradójicamente, la expansión de la P.B.A., es su efectividad, su sencillez de manejo y su inocuidad para los pacientes, todos tan innovadores que los que nunca la han probado solo pueden dudar, ya que suena ‘demasiado bueno para ser verdad’.
No obstante, el doctor DELATTE la ha utilizado, desde su creación en más de treinta mil ocasiones. Además, los practicantes a los que capacita periódicamente, la han puesto en práctica también con mucho éxito.
En cualquier caso, si se considera necesario otro tipo de psicoterapia, su efecto será potenciado por el uso concurrente de la P.B.A., actuando con mayor rapidez. De ahí, el interés para los profesionales de incorporar también la PBA a su arsenal terapéutico.
En resumen: